Noticia: Tremendo el Bunbury de siempre


Bastó un cantar y un arrebato de movimientos en el escenario para que la noche cambiara y el cantante supiera que su público le adora
Víctor Manuel Pazarín | OC

Vestido de vaquero californiano, con un country que recordaba a los años setenta, estrictamente de negro y con líneas blancas en los filos, se asemejó, en su histrionismo a Elvis por momentos, pues de aquí para allá bailó y se movió para decir, de entrada. «Bienvenidos al Club de los Imposibles» y eso bastó para que la euforia brotara de las gargantas hasta volverse en aullido total. 

Luego en breve diálogo, le dijo a sus fans que se encontraba otra vez en Guadalajara y que deseaba superar su anterior concierto, y recordó al Charro de Huentitán, y agradeció estar en esta tierra y en su Arena, que expresó le pareció excelente. Eso bastó para que el público se derramara por el piso para luego surgir en gritos.

¡GRITOS. Y MÁS GRITOS! Viejos y jóvenes por igual corearon, bailaron descendieron y después ascendieron en cada una de las canciones del cantante. La noche se volvió de lobos, de arrebatos y de canciones, siempre magnífico el gran Bunbury.
Siempre leal a su ser y a su entrega a quienes le admiran. Enrique Bunbury, siempre con el viento a favor. 

El cantante español siempre ha tenido al público de su parte, desde que formó parte del singular grupo Héroes del Silencio, donde tuvo sus primeros grandes éxitos y logró, gracias a ello, sostener a sus fans cuando decidió separarse y convertirse en simplemente Bunbury, como le conocen, y logra hacer de la música un espléndido camino que tiene su viento a favor, como esos antiguo barcos que navegaban por los océanos con el soplo, pero él con su voz, su gracia y su calidad. 

Es histriónico, Bunbury es una voz que agrada, siempre, y deja temblando a aquellos que le siguen y le dan su voto, su favor y sus oídos. 

No en balde, Enrique Bunbury es, junto a Gustavo Cerati (de Soda Stéreo) y Saúl Hernández como trío que ha conquistado al público hispanoamericano, y se les reconoce como parte, ya de la vida de un amplio público, como el que le ha escuchado en la Arena VFG, la noche de este miércoles. 

Bunbury nació, por cierto, en Zaragoza (España), en 1967, y se dice que su nombre (que completo es Enrique Ortiz de Landázuri Izarduy) viene de la obra teatral de Óscar Wilde («La importancia de llamarse Ernesto »); pero no comenzó, allá por los años 80 con ese nombre, sino a partir de su enorme éxito, que lo ha llevado hasta la cumbre de la canción en todo el mundo hispanohablante.
 
El cantante de Zaragoza sabe lo que su público espera siempre de él, y es consciente de los efectos de la música, de las letras y de su presencia, y toca (porque lo ha hecho desde sus inicios) la batería y el bajo, pero lo que mejor le sale de su alma es la voz, la interpretac i ó n de sus canciones, lo sabe y lo deja mostrado en cada una de sus presentaciones, como la que realizó la noche de miércoles, muy lejos de su patria nativa, pero muy cercano a su público que lo adora, como queda demostrado.

Alguna vez, cuando todavía Bunbury formaba parte de Héroes del Silencio, hasta el Príncipe Felipe, pues en declaraciones a la prensa española se consideró uno de sus fans, uno más de los miles que ya tiene hoy Enrique Bunbury, debido a su entrega en los escenarios, que es siempre total. 

Bunbury grabó su primer disco como solista, en 1997, y se llamó «Radical Sonora», pero se ha vuelto a reunir con su antiguo grupo, y presentado en algunas ciudades del mundo para celebrar una gira.
Fuente:VFG

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