Apuesta por el rock´n´roll


Bunbury. Pabellón Fuente de San Luis de Valencia, 12 de diciembre

Marilyn Borja
E este país tenemos la extraña costumbre de venerar a pseudo-cantantes de karaoke solo por su físico y por su forma de bailar, pero desprestigiamos el trabajo de grandes artistas que han hecho de la música su vida y que, con sus canciones, consiguen que nuestro mundo sea un lugar un poco más feliz. Es el caso de Enrique Bunbury, un cantautor polifacético, cuyas letras inteligentes encierran la sabiduría de un hombre que ha logrado reinventarse y superar un pasado en el que fue líder de una de las bandas más importantes que ha engendrado nuestro país.


Bunbury despierta odios, pero también pasiones: siempre tiene consigo a un ejército de fans que le siguen a todas partes, que le conducen al número uno de ventas cada vez que saca un disco y que convierten cada uno de sus conciertos en un auténtico ritual. Como los que le esperaban el pasado viernes, desde primera hora de la tarde, en los alrededores del Pabellón de la Fuente de San Luis: una multitud vestida de negro, con sombreros y botas de cowboy esperaba con ansia el reencuentro con su ídolo. Bunbury regresaba a Valencia casi cuatro años después, en los que el artista se retiró del mundo de la música, disolvió su banda (El huracán ambulante), regresó para grabar un álbum con Nacho Vegas y realizó una última gira con Héroes del Silencio.


En la Fonteta no cabía un alma. Las luces se apagaban y una sombra aparecía sobre el escenario provocando el éxtasis de los allí reunidos: Bunbury, vestido de negro con su inseparable sombrero de cowboy daba inicio a su actuación con El club de los imposibles, acompañado por su nueva banda.

Canciones como Alicia, Ahora, Infinito, El viento a favor y El rescate -que el artista interpretó en un set que recordaba a los antiguos cabarets- lograron emocionar a un público tan entregado como su ídolo. Sus temas de siempre se unían esta vez a los de su último álbum, al que ha bautizado con el nombre de Hellville Deluxe en honor de la casa estudio que el cantante tiene en el Puerto de Santa María. 


Uno de los instantes cruciales del concierto llegó precisamente durante la interpretación de El hombre delgado que no flaqueará jamás, con el que puso la Fonteta patas arriba y con el que dio a todos sus fans una clase de lo que es el auténtico rock'n'roll. Y es que Enrique es uno de esos artistas cuya presencia se hace más y más grande sobre el escenario.


Tras interpretar el vals ÉY al final -con el que ha puesto el broche a sus conciertos durante años- la banda se aproximaba al público y Bunbury les regalaba El tiempo de las cerezas. Sus fans le dedicaban una gran ovación, y Enrique también quiso aplaudir a sus incondicionales. Esos que, gracias a él, todavía creen en la música. 


Fuente: Levante

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