Dinamita en los Bolsillos


Gonzalo de La Figuera
HERALDO de Aragón

HACE unos nueves meses, cuando Bunbury estrenó su ‘Hellville de Luxe’ en la Feria de Muestras, ya pronosticábamos que en cuanto hubiera cumplido el imprescindible rodaje con su nueva banda –de su anterior etapa solo permanece ese magnífico batería que se llama Ramón Gacías- lo más probable es que arrasara allá por donde fuera. Ya por entonces estaba claro que ahí, en el remozado concepto sonoro de un artista en permanente búsqueda y mutación, había dinamita. Y, tras su exitoso periplo americano, Enrique se encargó desde el escenario Príncipe Felipe de confirmar que, en efecto, hoy por hoy no hay en el panorama musical español nadie que le pueda hacer sombra. O sea, que arrasó.

Entre descarga y descarga de fulminantes andanadas rockeras, a un servidor le dio por pensar en un supuesto teórico: ¿qué opinaría un perfecto desconocedor de la obra y la trayectoria de Bunbury –un crítico musical neozelandés, por ejemplo- inmerso entre el público en un concierto como el que ofreció anteanoche? Seguramente se quedaría asombrado ante el incontestable poderío escénico de un artista camaleónico, capaz de fagocitar los más diversos estilos y lenguajes musicales –de la ranchera al rhythm’n’blues, pasando por el glam rock- para dar forma a unas canciones siempre marcadas por su fuerte personalidad.

Ocurre también que estamos tan acostumbrados a verle, nos es tan familiar su figura y sus canciones, que quizás a veces (por exceso o defecto) pueda faltar un poco de perspectiva para valorarle en su justa medida. Y hay que quitarse el sombrero ante un tipo que hace la música que le viene en gana, rehúye instalarse en fórmulas acomodadas, se reinventa continuamente, siempre tiene algo que decir y, encima, sigue llenando pabellones. Un ejemplar único, tal y como funciona el negocio musical en este país.

Dos horas y veinte minutos estuvieron Bunbury y sus compinches sobre el escenario, desgranando un repertorio abundante en grandes canciones: desde la inicial ‘El club de los imposibles’ a una espléndida versión de ‘El viento a favor’, incluyendo la desgarrada ‘Sácame de aquí’, un ‘Infinito’ con un arreglo que recuerda al célebre ‘I Put a Spell On You’ de Screamin’ Jay Hawkins, o una pletórica ‘Lady Blue’. Soberbio.

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