“Quiero emborracharme con los Black Crowes”


La gira de Bunbury llega a Charlotte, Carolina del Norte. El guitarrista de la banda, Álvaro Suite, nos cuenta en su blog cómo el grupo se zambulle en blues, en los “cuervos negros” y… ven pasar a ¡Michael Jordan!

“Quiero emborracharme con los Black Crowes”
El momento que estoy viviendo ahora es impagable.

Metido en la habitación de un motel de carretera, es un Super 8 Motel; unos 29º C de temperatura media, los rayos de un sol que van tímidamente entrando por la persiana, a medio cerrar; una hermosa canción de Radiohead rompe el silencio y la paz del momento.

Pocas veces puedo aprovechar de un rato de tanta introspección.

Dedicarme un rato a mí mismo y a mis anhelos más íntimos.

Soñar profundamente, despierto.

Charlotte. Día después del pic-nic. Día de bolo y de paseo. El paisaje es muy bruto, verde por donde mires, húmedo y con un porcentaje de población negra altísimo. Al entrar en la ciudad sentí como si los muertos de cientos de esclavos de principios de siglo pasado me estuvieran hablando desde sus tumbas, y me contaran cosas que aún no entiendo.

Algo injusto e histórico.

Y, encima, para colmo, hay una vía de tren que te trasporta a esa época. A las plantaciones.

Blue blues..

Tengo la sensación de que el tiempo se detuvo en algunos de los lugares que voy viendo en el trayecto del motel al Filmore, donde tocamos esta noche, y sólo al cruzarme con un coche, o cuando se deja ver un edificio entre bosque y bosque, caigo en que estoy en el puto siglo XXI y no en 1927. Y esa vía de tren me llena de curiosidad e impulsa mi imaginación.

Me pregunto cuántas almas habrán soñado con huir en ese tren. Cuántas lo habrán conseguido. Y cuántos cuerpos se habrán entregado a las vías como única entrada a un infierno que no sería más infierno que el de más allá de las vías.

Joder, cuánta buena gente bajo el yugo de tanto hijoputa.

Bajo mi punto de vista, harían falta varias humanidades para pagar esta deuda de cobardes.



En fin, Charlotte está resultando muy interesante para mi imaginación.Y eso me mantiene activo y me entretiene. En esta gira, cuando menos me lo espero, me ataca la pena, como el humo negro de Lost, y a su paso sólo deja desidia y melancolía. Así que agradezco mucho pasear por lugares como este.

Ya no se me ocurre nada más que contar sobre los conciertos que estamos dando. Es que el de esta noche ha sido especialmente tremendo.Pero claro, ya no vale decir “no recuerdo nada igual en mucho tiempo”, no. Claro que lo recuerdo. El segundo de New York y el de Washington, esos dos estuvieron a la altura del de esta noche. Eso es cierto.

Pero las circunstancias de Charlotte no eran las de aquellas ciudades. Te cuento. En Carolina del Norte no se esperaban más de 20 ó 30 personas que conocieran a Enrique Bunbury; no tendría sentido visto el bajo porcentaje de población latina en esta zona. Además, él nunca ha bajado por aquí antes, y es un estado bastante peculiar culturalmente hablando. El caso es que momentos antes de salir al escenario se escuchaban rugidos y gritos.

El Filmore es una sala maravillosa con un sonido magnífico. Escenario de madera. Y la prueba había ido bastante bien. Los ánimos no dejaban lugar a dudas. “Hoy vamos a dar un bolaco, lo presiento”… Eso estaba en cada cabeza de la banda.

Efectivamente, acabamos de dar un espectáculo de rock tremendo en Charlotte. Y eso no se hace cada día. La sala contaba hoy con fiesta latina. Rock español.

Casi 500 personas de aforo han terminado de rematar la faena. Qué bolaco, ¡madre mía! Qué sensación de éxito tan bien ganada. Amo a mi trabajo y a estos cabrones..

USA no es tan inaccesible como pensaba. He visto unos cuantos americanos. Se nota cuando son autóctonos porque no abren la boca nada más que para beber birra, no saben ni una de las letras; y siempre abrazan a su pareja latina. Debe de ser sorprendente para alguien que no conoce nada de Enrique, verse metido en el fregado que era el show de esta noche.

Nada, vamos a esperar que venga Bobby de descansar y nos largamos a Atlanta, que mañana tenemos bolo. Queremos ver la fábrica de Coca-Cola y alguna cosa más.

Pero ya me estoy cansando del puto turismo de los cojones. Quiero irme a un bar a emborracharme mientras escucho a los Black Crowes, que son de aquí. ¡Joder!. Tanto paseo para ver ladrillos.

Joder, esta peña acaban de ver a Michael Jordan camino de una disco que está atrás. Están revolucionados. Se escuchan cosas como “es el Lennon del baloncesto”, “es mi Dios desde que era pequeño”. Esto va para largo. Y sólo tenemos tres horas de viaje. Me temo que al bar de Atlanta no voy a ir solo; y será para la última.

Adios Charlotte

Texto: Álvaro Suite
Fuente: Rollingstone.es

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